lunes, 19 de noviembre de 2012

Nueva web


Os invito a visitar mi nueva página web en la que, a partir de ahora, también se podrán leer las entradas del blog. Se accede a través de este enlace:



viernes, 26 de octubre de 2012

La libreta de Manuel Rivas

El otro día estuve con Manuel Rivas. Presentaba su último libro, Las voces bajas (Alfaguara) y grabé con él para La estación azul.
Un precioso libro dedicado a la memoria, los recuerdos, las ensoñaciones, y de lleno humor, poesía e imágenes deslumbrantes: la del niño que, en la escuela, tiene que sentarse sobre una maleta; la visión perturbadora de una peluquería fememenina, vacía, de noche; o la del hombre de la Diputación que asfalta un camino vestido de astronauta.

No conocía a Rivas más que de leer sus libros -recuerdo Qué me quieres amor, y su involvidable El lápiz de carpintero-, y me gustó su manera, pausada, de hablar, y el cuidado con que buscaba las palabras, que parecía elegir con el mimo con el que se escoge la fruta.

Me gustó también la libreta que llevaba con él, dentro de una maleta de fuelle, de aquellas de cuero algo escolares, llena de libros, carpetas y papeles. Le pregunté si me dejaría fotografiar alguna de las páginas, muchas con dibujos, recortes y anotaciones en distintos colores, y me dijo que sí.


Son éstas de aquí abajo. Tan misteriosas. Tan sugerentes. Tan ligeramente -es culpa mía esta vez- desenfocadas.



sábado, 20 de octubre de 2012

Diario de lecturas (con fotos)

Me gusta hacer fotos de escritores a quienes entrevisto. Así que desde hace tiempo, voy siempre con la cámara a las grabaciones y busco un hueco para las fotografías: una especie de diario de lecturas, con fotos, de aquellos escritores a los que he ido visitando ultimamente.

Nicole Krauss, por ejemplo, con quien hablé, hace un par de semanas, de su deslumbrante La gran casa (Salamandra), una histora que trata de la memoria, los recuerdos, y de los objetos y cómo, de alguna manera, éstos hablan de nosotros.
La foto está hecha en la cafetería del hotel donde se había citado con los medios, y me gustó su manera de posar: fresca, divertida y sonriente. Me habló de alguno de sus escritores favoritos, Brodsky, entre ellos, y su Marca de agua. 


También estuve, hace poco, con mi amigo Luis Mateo Díez que en la foto posa al lado de otro de mis escritores favoritos, Manuel Longares.
Mateo acaba de publicar La cabeza en llamas (Galaxia Gutemberg), un estupendo libro que ha decidido regalarse -y regalarnos- por su setenta cumpleaños.

Cuatro historias de personajes, atmósferas, y ese secreto siempre presente, inexpresado, perturbador al que nos asomamos los lectores, como quien entreabre la rendija de una puerta.
La foto está hecha ante una fachada del barrio de Retiro, en Madrid.


José María Merino, estuve el otro día en su casa hablando de la antología de Antonio Pereira, Todos los cuentos, que acaba de publicar Siruela, con un precioso prólogo, no prólogo, de Antonio Gamoneda.

Le pregunté que cómo era posible que Pereira, fallecido en 2009, nos hubiera pasado inadvertido durante tanto tiempo, y me habló de ese olvido inexplicable, injusto, que persigue a alguno de nuestros mejores autores.

Un libro precioso, sorprendente, lleno de humor e historias inolvidables, y de lectura obligada para los que saben quien es Pereira y, sobre todo, para los que, como yo, no habíamos leído nada de él.


Y este viernes pasado tuve la fortuna irrepetible de conocer, y saludar, a Tomas Tranströmer. Una invitación de la Embajada de Suecia a un emotivo encuentro con el poeta sueco, Nobel de literatura 2011, y de quien Nórdica ha publicado en españa El cielo a medio hacer y El árbol y la nube.

Tranströmer sufrió una grave hemiplegia que le paralizó la parte derecha del cuerpo, y que le impide hablar, pero no escribir, ni tocar el piano.
A través de su esposa, Mónica, contó lo que había supuesto, de alteración en su vida, recibir el Nobel; de su poesía y la importancia de la música en ella (toca el piano a diario, con la mano izquierda, a veces obras compuestas especialmente para él), y la emoción que le había supuesto el homenaje, la tarde anterior, que le brindaron en el Círculo de Bellas Artes.

Allí, un grupo de poetas - José Manuel Caballero Bonald,  Jordi Doce, Esther Ramón, Carlos Pardo y Juan Marqués- recitaron sus versos en español. En la recepción de la embajada, posaba al día siguiente con alguno de ellos. Un encuentro, comenzaba diciendo, inolvidable. 







domingo, 7 de octubre de 2012

El cuestionario Proust

Me envían de la librería Molist, de Coruña, un cuestionario Proust. Una veintena de preguntas que exigen respuestas escuetas y chispeantes, y que siempre han sido para mí una sutil tortura.
Hago aquí un avance con alguna de ellas. El cuestionario completo se publicará, próximamente, en el blog de la librería.

¿Qué es para ti un libro?
Depende de qué libro. Los hay que son unas vacaciones, un viaje, una gripe, un fin de semana en casa, un deslumbramiento...
Cuando abres la puerta y entras en una librería...
Siento que ahí están todos: Crusoe y Capote, Woolf y Baroja, Borges y Ana Karenina, y el exquisito Proust... Y que en eso radica la magia y la fortuna de leer.
¿Qué libro estás leyendo?
Siempre ando con varios, pero hoy estoy con Trapiello y su Ayer no más. He empezado anoche y voy por la mitad.


¿Te acuerdas del primer libro que leíste?
No, pero sí recuerdo unos libros de Bruguera, mitad texto, mitad historieta, que durante años fueron mis regalos de Reyes, cumpleaños y santos: Dumas, Stevenson, Salgari...

Dinos cuál es tu escritor favorito
Tengo varios. Y es una lista, además, que se incrementa de vez en cuando. Me encanta encontrar un escritor que no conocía, y enamorarme.
¿Y tu personaje literario favorito?
No sé por qué me estoy acordando de aquel tipo impresentable, grasiento, maleducado, Ignatius Reilly, el delirante protagonista de La conjura de los necios.

¿Con qué personaje literario te sientes indentificado?
Sobre todo, espero no parecerme nunca a Ignatius Reilly.
¿A qué escritor/a te gustaría conocer en persona?
Tal vez a Philip Roth. Sería una velada inolvidable: yo, que no hablo apenas inglés, y él, que nunca se ríe.


¿Papel o libro electrónico?
Si hay que elegir uno y no otro, papel. A ser posible papel agradable al tacto, no demasiado blanco, con márgenes amplios, letra legible, bien encuadernado. 
¿Has leído más de cinco títulos de un mismo autor/a? De quién.
Así de memoria, Monterroso, Cortázar, Auster, Zúñiga, Aub, Kapucinski, Vila-Matas, Vargas Llosa, Sergio Pitol... Y de Echenoz e Ibargüengoitia creo que he leído tres o cuatro, espero pronto poder sumarlos a la lista.


¿De qué palabas o frases abusas a la hora de escribir?
Pongo muchas comas, por, lo, visto.
¿Qué talento, aparte del literario, te gustaría tener?
Ya es mucho suponerme un talento literario, pero tal vez elegiría la música. Me habría encantado ser trompetista de jazz, como Vian.

¿Qué libro no has sido capaz de terminar de leer?
Tengo varios. Pero mi fracaso más sonado, y reiterado, ha sido con Lezama y Paradiso.
¿Cómo dedicas tus libros?
Dibujo sombreros.
¿Cuál es tu lema o frase favorita con la que te identificas?
Me gusta mucho ésa de la baronesa Blixen: "La cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas, el mar". 



domingo, 23 de septiembre de 2012

Un retrato de Scala

Eduardo Scala
Eduardo Scala es un personaje singular, con algo de sabio renacentista, de infitinos saberes e intereses. Puede hablar de papeles, de tintas, de ajedrez, de números y letras y su combinatoria precisa y previsible.
Lo conozco desde hace años, y siempre me ha resultado fascinante su mundo poético y sus libros bellos y sorprendentes.
En el año 2008 comisarié una exposición para el CSIC. Se titulaba Esto no es un libro, y en ella dedicábamos a su obra un lugar especial. Se expusieron, entre otros, Pájaros/aros, Poe+ o El libro del infinito (abajo).



Hace tiempo descubrí sus Re/tratos; imágenes poéticas en las que retrata a escritores a través de las letras que componen su nombre y que convirte en complejos caligramas, constelaciones en palabras de Ignacio Gómez de Liaño. 






Realizó para el Instituto Cervantes un proyecto, Red/tratos, que puede visitarse todavía, y en el que aparecen, entre muchas otras, las imágenes de Vicente Aleixandre, Jorge Luis Borges, Alejandra Pizarnik o Eduardo Cirlot.


Hace un par de semanas hablamos, y tuve la osadía de pedirle un retrato con mi nombre. Y él, a los pocos días tuvo la amabilidad de mandarme por correo éste que veis.



Me pareció un prodigio tan favorecedor ese cruce de letras, y lecturas posibles e imposibles, de extraña y enigmática belleza.
De momento, no he podido resistir la tentación de imprimir etiquetas, que pegaré en las cartas este otoño.


martes, 18 de septiembre de 2012

Trostky en Coyoacán

Estuve esta semana en ciudad de México, y decidí acercarme a Coyoacán para visitar la casa en la que vivió, y murió, Leon Trostky.
Expulsado del Partido y perseguido por Stalin y sus secuaces, quienes lo habían condenado a muerte, Trostky llegó a México en 1937, invitado por Diego Rivera y Frida Kalho.
En su casa, la Casa Azul, vivió durante dos años antes de que  Rivera lo echara, acusándolo de mantener un romance con su esposa.



Trostky y su mujer fueron a vivir a una casa cercana que había sido una clínica oftalmológica y que estaba lo suficientemente aislada.
Tapiaron las puertas con ladrillos, construyeron garitas sobre el tejado, elevaron los muros con alambre de espino, y contrataron un pequeño ejército de hombres armados que los protegían día y noche.
Conocía a Stalin, habían sido compañeros durante la Revolución, y sabía que haría todo lo posible por asesinarlo.


En mayo de 1939, un grupo de hombres armados (se dice que más de una veintena) contratados por el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, consiguió entrar en la casa y desde el jardín dispararon algo más de 400 balas de gran calibre.
Trostky y su mujer salieron milagrosamente ilesos del asalto que fue repelido por los guardias, aunque uno de sus nietos recibió el impacto en un pie de una bala rebotada. Fue el único herido.

En las paredes y el techo todavía pueden verse alguno de las decenas de impactos, que muestran la violencia del ataque.
A partir de ese momento la casa se convirtió en una caja blindada, con muros reforzados y puertas internas construídas con planchas de acero. 


Allí llegó, en agosto de ese mismo año, Ramón Mercader, un agente estalinista como se supo años más tarde, que acudió a ver a Trostky con la excusa de mostrarle unos documentos.

Era amigo de una de las secretarias y nadie receló de él.Sin embargo, cuando Trostky se acercó a la ventana de su despacho (arriba) para verlos a la luz, Mercader le golpeó en la cabeza con un piolet, provocándole la muerte, horas más tarde, en un hospital.

Mercader fue reducido por los guardias, detenido, juzgado y condenado. Y permaneció en prisión hasta 1960.



En la casa se respira un ambiente un tanto opresivo, aire viciado y bombillas desnudas.

Me llamó la atencón el armario, junto al cuarto de baño, con su ropa todavía colgada de las perchas y los zapatos en el suelo.
Me contaron que el piolet fue aportado como prueba en el juicio, y que después desapareció. Al parecer acabó en manos de los hijos de un secretario judicial que, ignorantes de lo que era, lo utilizaban para cavar en el jardín. 

Las cenizas de León Trostky y las de su mujer están allí enterradas bajo un monumento coronado por una bandera roja.


Mercader recibió las mas altas condecoraciones de la URSS: se le nombró héroe de la Unión Sovietica y le fue otorgada la Orden de Lenin y la Medalla de oro.

Leonardo Padura escribió, hace unos años, El hombre que amaba a los perros, un estupendo libro en el que narra el exilio de Trostky en México y su asesinato.

En España está publicado por Tusquets.



viernes, 7 de septiembre de 2012

Tocar los libros, nueva edición ahora en ebook

Tocar los libros es, desde luego, uno de mis libros favoritos. Publicado por Fórcola en abril de 2010, ha tenido ya tres ediciones, y se ha traducido al italiano con el título Toccare i libri.
El texto plantea una reflexión irónica, muy personal, sobre lo que signfica vivir con libros, y tener una biblioteca: problema del espacio, el desorden, los libros amontonados sobre las mesas, o desparramados sobre los sofás son alguno de los temas que se tratan, y con los que se sentirán identificados muchos de los lectores.

Hablamos hace tiempo de la posibilidad de hacer una versión electrónica de Tocar los libros que permitiera a los lectores bajárselo a través de internet en versión para ebooks, tabletas y otros dispositivos electrónicos.
Algo importante en aquellos lugares o países donde llega con dificultad la distribución tradicional.

Nos planteamos, eso sí, que el precio fuera asequible, y hoy me ha comunicado el editor que Tocar los libros puede ya comprarse en la página de la editorial, AQUI, por 2' 99 Euros.
Os invito a visitar la página de Fórcola, ver el libro y comprar, si os apetece, esta nueva edición de Tocar los libros, ahora también en versión intangible. 

De Tocar los libros han aparecido multitud de criticas, comentarios y reseñas, entre ellas la del blog Yo no soy Joyce, la de Dosdoce.com, o la de Los futuros del libro.

Espero que os guste.

Viaje a México

Viajo esta semana a México DF para intervenir en el II Simposio internacional dedicado al libro electrónico en español, organizado por Conaculta.
 Intervengo el jueves próximo por la mañana con una conferencia que se titula "Nostalgia de los libros".

En el congreso parcitipan escritores, editores, consultores y expertos de casi una decena de países hispanohablantes, entre otros, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince o el argentino Martín Caparrós.

Hay una página web AQUÍ  donde puede consutlarse el programa, y la lista de participantes del simposio, que se retransmitirá en directo a través de internet y redes móviles.




La foto del verano

  

Si tuviera que elegir una foto de este verano, seguramente sería ésta, de Santander. Es de mi hijo, Julio, y me encanta la cuidadosa simetría, y ese color norteño, gris y azul, del día que llovió. 

lunes, 9 de julio de 2012

Billetes de escritores


Ayer volví encantado de la Plaza Mayor (los domingos se organiza un mercado de sellos y monedas) porque encontré este precioso billete escocés de una libra, en el que aparece la efigie, sonriente, de Stevenson. 

No sé cuánto hace que colecciono billetes de escritores. De hecho no creo que pueda hablarse de una colección. ya que no existe esa obsesión por inventariar ni completar, tan del coleccionista.
Sin embargo sí me gusta encontrarlos e irlos guardando.Tengo, no sé, tal vez una docena: Pessoa (a la izquierda), en un billete de cien escudos de Portugal; Victor Hugo, en uno de cinco francos; o éste, también francés, dedicado a Saint-Exupery.


En España, recuerdo los billetes de mil y dos mil pesetas antes del euro -Ay!- con las caras de Pérez Galdós, y Juan Ramón Jiménez.





Y antes, el de Becquer, de cien pesetas; el de Calderón, de 25; el de Rosalía de Castro, de 500, y el de Cervantes, de 100.
Otro país en el que los escritores fueron protagonistas preferentes del papel moneda fue Irlanda. Hay un billete de 10 libras con la imagen de Joyce, que busco desde hace tiempo, y otro de 20 libras con la de Yeats.
Y hace poco encontré éste de la derecha, con el rostro de César Vallejo -la mano en la barbilla- de diez mil intis, de Perú.

Billete de 20 libras irlandesas, dedicado a Yeats


Gabriela Mistral en un billete chileno
Sé que hay un billete argentino en el que aparece Borges, y otro chileno, homenaje a Gabriela Mistral.
Y no he conseguido dar, por mucho que he buscado, con ninguno dedicado a Nabokov,  por ejejmplo, ni a Dumas, ni a Franz Kafka, que quedaría estupendo con su cara alargada, los pómulos marcados, y su mirada fija. De hipnotizador, casi.

Aunque sí lo he encontrado en sello de correos. Así que no descarto empezar con la filatelia. Qué pereza!