Mostrando entradas con la etiqueta libros de viejo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta libros de viejo. Mostrar todas las entradas

lunes, 7 de mayo de 2012

Feria del libro antiguo, en Recoletos.

El viernes pasado se inauguró en el Paseo de Recoletos, en Madrid, la Feria del libro antiguo y de ocasión, con un pregón de Caballero Bonald en el que habló de sus paseos por el Rastro, la Cuesta de Moyano, y por las librerías de viejo, que calificó -la voz pausada, un ligerísimo acento del sur- de auténticas cajas de sorpresas.
Después me acerqué a saludarlo, y a que me lo firmara, y le hice esta fotografía.


A mí también me gustan las librerías de viejo y la sopresa, siempre azarosa, algo infantil, de encontrar ese libro que se busca o, lo que es mejor aún, más sugestivo, ese libro que, de algún modo, te está buscando a ti.

He ido varias veces a la Feria, y entre los tesoros que he encontrado este año figura éste cuadernillo, Cartas Marítimas, en el que me gustó la nota manuscrita, ese ojo lector tan intrigante, y el apellido del autor: todo un presagio.


También compré los dos primeros tomos de la obra completa de Dalí, publicados por Destino, y encuadernados en una preciosa y llamativa tela de color lila.

Leo estos días su Vida secreta, y me llama la atención la crudeza con la que trata en el texto a aquel niño agresivo, egoísta y violento que fue, y que se paseaba por su casa vestido de emperador; corona y manto de armiño, caprichoso, indolente...
"Avida dollars", escribió de él André Bretón, jugando con las letras que componen su nombre, Salvador Dalí, retratado, a la derecha, por Pilippe Halsman.

Foto de Ida Kar

Y compré también, esta primera edición, en Seix Barral, de Un oficio del siglo XX, de Guillermo Cabrera Infante -arriba, fotografiado por Ida Kar- firmado con el seudónimo G. Cain: la inicial de su nombre, y las dos primeras letras de sus apellidos.
Una recopilación de críticas y artículos sobre cine que todavía no había leído de él, lo que resolveré cualquiera de estos días. Me ha encantado, por cierto, buscando fotos suyas, encontrar este fantastico Texto que se encoge.


miércoles, 19 de octubre de 2011

Misterios de los libros

Acaba de terminar la Feria del libro antiguo de Madrid, y este año he tenido la suerte de dar con un par de joyas.
Siempre me gusta en los libros, encontrar ese rastro sutil de otros lectores: viejas entradas de cine o billetes de metro o autobús, subrayados y notas, comentarios, papeles con dibujos o con teléfonos que no sabemos de quién son... Una vez, encontré el negativo de una fotografía, y otra, el informe de un electrocardiograma que, afortunadamente para el desconocido propietario, decía que era normal.

Esta vez, comenzaba contando, he encontrado un par de libros apecibles. El de arriba; una edición de Sonata de invierno, de Valle-Inclán que tiene esa firma escrita en la portadilla; Juan Gil-Albert y Simón.
Nunca uno sabe cómo los libros de una biblioteca particular -que avatares, qué caminos insólitos- acaban en una librería de viejo.
Nunca se sabe, pero ahora ese libro e Gil-Albert, ése viejo ejemplar en el que leyó a Valle-Inclán, está en mi biblioteca, y es el mismo en el que ahora, con su firma, puedo también  leerlo yo.

Otro de los libros que he comprado es un ejmplar de Antología Poética, de Luis Cernuda, publicado en Alianza en 2002.

Me llamó la atención esa especie de extraño, inquietante crucigrama, que tiene dibujado en una de sus páginas.
No sé qué es lo que puede significar. Ni si en realidad significa algo, más allá de una disposición caprichosa de letras quizá con una voluntad únicamente estética. Me llaman la atención las uve dobles, las eñes, y las equis. Aparecen en una proporción que no se corresponde, creo, con la frecuenca con que las utilizamos en español. Sin embargo sólo he contado cuatro aes.
Si alguien consigue interpretarlo, me encantará saber qué significa.

Dibujo a bolígrafo en Antología Poética, de Cernuda.

Y el último tesoro, es éste libro de Enrique Vila-Matas, Lejos de Veracruz, publicado en Alianza, con una dedicatoria autógrafa del propio Vila-Matas, y uno de sus inconfundibles dibujos: un personaje con sombrero y gabardina que, la mayor parte de las veces, es él mismo.
No sé quién puedan ser ese Domenec y esa Dorothea, ni por qué se deshicieron del libro, o lo perdieron. Son esas historias misteriosas, la mayor parte de ellas fabuladas, siquiera imaginadas, de los libros de viejo.

Una feria con suerte, desde luego.