domingo, 25 de diciembre de 2011

Resolución de ser feliz

Cada año, por navidades, preparo un regalo especial para amigos. Hace un mes hablé con la artista cántabra Sara Huete, le pedí que se encargara de la sorpresa navideña de este año, y me propuso Resolución de ser feliz.

De Sara Huete siempre me ha sorprendido la capacidad de sugestión de sus obras, en las que pequeños objetos de uso común -botones, sobres, hilos-, dotan a las imágenes de un significado inesperado y siempre original.

Resolución de ser feliz es un collage inspirado en un poema de Jaime Gil de Biedma, muy acorde con los tiempos que corren, que dice:

       Resolución de ser feliz. 
       por encima de todo, contra todos
       y contra mí, de nuevo
       -por encima de todo, ser feliz-
       vuelvo a fomar esa resolución. 

Y ha sido divertido, estos días, en casa, con el suelo salpicado accidentalmente de confetti, construir los sesenta ejemplares, uno a uno, de forma artesanal -tijeras y pegamento-, con las distintas piezas llegadas por correo.

La tirada es de sesenta ejemplares firmados y numerados que van acompañados del poema y los mejores deseos para el nuevo año: sol, tiempo, serenidad, salud, fortuna, éxito, paz... Y a resolución expresada, inapelable, ya veis, de ser feliz.

Feliz año. Muchas gracias por vuestras visitas.  



viernes, 16 de diciembre de 2011

Keep calm and etc


Cuenta Wikipedia que el diseño original del conocido "Keep calm and carry on" (mantén la calma y sigue adelante), fue una idea del gobierno británico que, en 1940, se planteó una campaña para mantener la moral de la plobación tras los incesantes bombardeos de la Luftwaffe.
Sin embargo, el cartel, presidido por la corona real, impreso en vivos colores y con una tipografía sencilla y eficaz, nunca llegó a utilizarse. Y de hecho, únicamente se conservan un par de los ejemplares originales.

La imagen, a pesar de todo, terminó haciéndose sumamente popular, y se sigue imprimiendo en carteles, camisetas, bolsas y todo tipo de recuerdos. 

Desde hace unos años, y al haber prescrito los derechos de reproducción, es costumbre incluso cambiar el mensaje y adaptarlo a las más insólitas necesidades -una boda, un cumpleaños, un homenaje-, buscando siempre explorar la sorpresa, y un cierto, británico, sentido del humor.

Abajo, por ejemplo, leemos un divertido Mantén la calma y pide un vino, o ese simpático Tranquilo y llama a Batman.




Esta mañana he encontrado una página -se llama Keep calm-o-matic- que permite diseñar tus propios carteles. Y este es el resultado.


En la página se puede no sólo cambiar el texto, sino también el color del fondo y de la letra, como en estas felicitaciones navideñas con las que aprovecho para enviaros mis mejores deseos en estos días.
Feliz navidad, pues, y ante todo, ya sabéis, mucha calma. 




Más ejemplos curiosos AQUÍ.



lunes, 5 de diciembre de 2011

Tumbas de escritores

Leí el otro día que en la tumba de Wilde, en el cementerio de Père Lachaise, en París, se han instalado unos cristales protectores.
Desde hace años era costumbre depositar, allí sobre la piedra, junto a su nombre, un beso, tras pintarse los labios con carmín.
Yo creo que a Wilde le habría divertido. Pero su familia ha decidido protegerla, impidiendo cualquier tipo de efusividades.



Hace tiempo escribí un reportaje sobre tumbas de escritores, y los ritos que los lectores realizan ante ellas.
En la de Julio Cortázar, por ejemplo, en el cementerio de Montparnasse, es costumbre dejar papelitos con mensajes, rayuelas dibujadas, y billetes de metro sujetos con pequeñas piedrecitas.

También suele tener cantos rodados, colocados con forma de corazón, a veces, la tumba de Margerite Duras (abajo)  y, a la derecha, vemos la de Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, "el castor", sobre la que los visitantes suelen dejar mensajes, flores, y pequeños objetos de recuerdo.




Entre las más visitadas, desde luego, está la de Jorge Luis Borges, en Ginebra, cuyo monolito diseñó María Kodama: en el anverso, siete guerreros, y en el reverso un barco vikingo con las velas desplegadas.
Es muy visitada tabién, en París, la tumba de Proust, de una sobria elegancia, y la de Kafka, abajo a la izquierda, en Praga.

Y entre las más conmovedoras, la tumba de la baronesa Blixen en Rungsted, junto a un haya que ella misma eligió, y la de Tólstoi en Yasnaya Polyana, apenas un túmulo de tierra cubierto de vegetación, sin nombres ni señales, en medio de un bosque tranquilo y apacible, dentro de la finca donde vivió. 
Tumba de Tólstoi


A mí siempre me ha impresionado la lápida de Antonio Machado en Collioure, llena de flores y rastros de homenajes: marcos, diplomas, placas... Desde 1983 hay en la tumba un buzón donde sus admiradores dejan cartas y objetos, y peticiones, a veces, milagreras, como a un santo laico. 
Sobre tumbas de escritores, publicó un libro Cees Nooteboom, Tumbas de poetas y pensadores, publicado en Siruela. Y hay una página web, Find a grave, que permite localizar tumbas de escritores y otros personajes famosos en todo el mundo. 

Tumba de Joyce en el cemtenterio suizo de Fluntern


Fotos nuevas de prensa

El otro día me pidieron fotos en la editorial. Así que tuve que echar mano de mi hijo mayor, fotógrafo sobresaliente y colaborador que, eso sí, suele sacarme siempre cara de padre.
Y nada. Ahí anduvimos un rato por el barrio, poniendo caras, y buscando fondos.
Al final, nos gustó a los dos esta foto de la izquierda, con la mano en la mejilla y mirada de estar tramando algo. Y esa otra, sonriente, abajo a la izquierda, delante de la puerta, azul celeste, de un taller de motos.













Esta mañana las he enviado para que eligieran, y se han decidio por ésta. También con fondo azul, sonriente, con el pañuelo al cuello y, eso sí, mirando donde no es.

jueves, 24 de noviembre de 2011

El cuestionario Proust y yo

La semana pasada, Rosa María García, de la librería La Tramontana, en Sitges, me mandó un Cuestionario Proust para su blog. Una treintena de preguntas a las que hay que enfrentarse con respuestas cortas y en lo posible brillantes.  
Acepté encantado y me desvelé como un auténtico inútil en el arte de la oratoria restringida. Todo en mis respuestas son cautelas, matices, vacilaciones, dudas...
El caso es que terminé no sé si el peor cuestionario Proust de la historia, pero sí uno de los más largos. Definitivamente no me muevo con comodidad en el universo de lo lacónico.


Lo que sigue es una selección de preguntas y respuestas. El cuestionario completo se publicará próximamente en el blog Cerca del marAQUÍ, donde podéis leer otros cuestionarios a escritores y editores. 


El mejor sitio para leer. Se me ocurren varios, muchos lugares en realidad en los que he disfrutado leyendo y a los que volvería encantado. La terraza de un hotel, en Cáceres, al sol, hace años. Un banco en un parque infantil aquí al lado de casa, convaleciente de una neumonía. El pupitre 270 de la sala de lectura de la Biblioteca Nacional, donde voy de vez en cuando… Pero lo cierto es que leo en cualquier parte. Me gusta leer en casa y en la calle. En el metro y en los autobuses. En los trenes y en los bancos soleados de la calle o  en el sofá después de comer, los fines de semana, un minuto antes de quedarme dormido. 

El primer libro que leíste. Soy incapaz de recordarlo, pero sí unos libros de Bruguera, “Colección Joyas Literarias” creo que se llamaba, que durante tiempo fueron alguno de mis regalos habituales de Reyes, cumpleaños, fines de curso y enfermedades infantiles. Ahí leí a Salgari, a Dumas, a Walter Scott…
Y luego recuerdo el deslumbramiento, con dieciocho o diecinueve años, de Cien años de soledad; de Sábato, Sobre héroes y tumbas y de Cortázar.
 

¿A qué personaje de ficción te gustaría parecerte? Lo cierto es que gran parte de nuestra memoria emocional se construye en torno a personajes de ficción. Estoy seguro de que aprendimos mucho más de D’artagnan o de Ana Karenina que de personas reales. Me impresionó mucho, en su momento, el capitán Nemo, tan exquisito y sombrío, pero no me imagino viviendo en un submarino, ni interpretando a Bach. 

¿Conoces alguna película que supere al libro? Hay películas tan buenas como los mejores libros. Y no estoy nada seguro de que el cine sea, necesariamente, peor que los libros.  
No leí a Mario Puzzo, y tal vez sea injusto con el libro, pero El Padrino, de Coppola, por ejemplo, me parece una obra maestra. O Blade Runner, de Ridley Scott. 

¿Recuerdas algún libro que hayas sido incapaz de terminar de leer? Todos tenemos una larga lista de libros con los que no conseguimos conectar. Lo importante es saber con qué libros merece la pena ser persistente.
Por ejemplo, he fracasado con el Ulises, pero siempre me ha interesado Joyce y su mundo literario. Me pasa igual con Lezama. Empecé Paradiso y lo dejé, pero Lezama me resulta muy sugestivo como figura literaria.
Hay veces que con determinadas lecturas, hay que saber esperar el momento.

¿Hay algún escritor al que no soportes pero del que te apasione su obra? Se me viene a la cabeza Truman Capote. Aquel chico caprichoso y maleducado, egocéntrico y en muchos aspectos superficial. Debía ser un auténtico cretino. Y sin embargo escribía como nadie.

¿A qué lugar literario te gustaría ir de vacaciones? Soy un perezoso con los lugares y los viajes imaginarios. Y estoy convencido de que hay destinos reales tan sugestivos como los de ficción.
Pero me quedo con la Venecia de Brodsky, si me lo admites como lugar literario. Contaba Brodsky en Marca de agua que la niebla es tan espesa a veces en Venecia, que algunas mañanas, cuando iba a comprar tabaco, volvía a casa por el mismo túnel que había abierto en la niebla al salir.  


El título más bello que recuerdes. Soy un verdadero desastre poniendo títulos, así que siempre me fijo en los ajenos. Me gustan muchos: Entre otros olvidos, de Muñoz Rojas; Travesía del horizonte, de Marías; Escaparate de venenos, de Benítez Reyes; El Olvido que seremos, de Héctor Abad, un precioso libro… Últimamente me ha llamado la atención Calle Aristóteles, de Jesús Ortega.

¿Qué libro guardas como oro en paño? Un libro de Machado que me regalaron los libreros de viejo de Madrid hace un par de años. Di el pregón en el Salón del Libro, y a cambio me regalaron un ejemplar de Nuevas Canciones, publicado en 1924 y firmado por el propio Machado.
Me encanta cogerlo, y hojearlo, y sentir la emoción, irrepetible de saber que Machado también lo tuvo en sus manos siquiera el momento que le llevó firmarlo. 


¿A qué escritor resucitarías? Tal vez a la baronesa Blixen, la autora de Memorias de África. Leí que ya octogenaria vivió una apasionada historia de amor con un poeta mucho más joven que ella. Un día, le hizo grabar sus iniciales en la corteza de un árbol. Y cuando tiempo más tarde lo dejaron, fue con su coche al bosque, sacó del maletero un hacha y señalando el árbol ordenó a su chofer que lo talara. Tiene una frase memorable que dice: “La cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas, el mar”. Qué mujer.


Las fotos son de mis estanterías. Las he hecho esta mañana para la conferencia que daré la semana que viene en la Biblioteca Nacional. 



miércoles, 23 de noviembre de 2011

Baroja y los abrigos

Escribo sobre Baroja.  Aquel escritor prodigioso y friolento,que andaba siempre en casa con abrigo -a menudo con las solapas subidas-, boina, un pañuelo de seda y zapatillas felpa que sujetaba con un hilo de bramante. 
Una vez, su sobrino Julio Caro, le regaló uno de sus abrigos que iba a retirar. Y Baroja, a quien quedaba largo, lo cortó con unas tijeras.
Al hacerlo cortó también los bolsillos sin darse cuenta, y así todo lo que metía en su interior se le caía, para su pasmo, por la casa: el tabaco rubio, las gafas de pasta, la pluma Parker, y también las castañas de la suerte, que recogía hacendoso en el Retiro.
 

lunes, 21 de noviembre de 2011

La biblioteca de...

El próximo jueves 1 de diciembre intervendré en el ciclo La biblioteca de..., en la Biblioteca Nacional. A las siete de la tarde. Un honor.
Me encantará veros, si podéis. Y os apetece.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Nuevo Ex libris

Tengo un nuevo ex libris, cortesía de Natalia García, autora del cartel "Librero por un día", para Tipos Infames.
Desde el principio me llamó la atención que apenas un par de rasgos -las gafas, las cejas, el contorno del pelo- consiguieran ser tan identificables.
El resultado es esta silueta, un tanto fantasmal en la que, el otro día, mi amiga Nuria Barrios no pudo resistir la tentación de dibujar una simpática barba puntiaguda, una mosca y unos buenos bigotes, y que me mira ahora con desdén. 

viernes, 11 de noviembre de 2011

Elías Moro y los cuentos de arqueros

Me envía Elías Moro, desde Mérida, unos cromos de arqueros. Me cuenta que los ha encontrado trasteando en un cajón de papeles, y que al verlos se ha acordado de mí.
A Elías, estupendo escritor y generoso amigo, siempre le ha hecho gracia mi afición por la arquería, y hace ya tiempo me dedicó un cuento, Guillermo, que se incluye en un libro que ha escrito sobre crímenes y que reproduzco aquí abajo.
Es obvio que el protagonista no soy yo, porque no creo que acertara con los ojos cerrados. Probaré.


Guillermo
                                                                                                     Para Jesús Marchamalo, arquero.

No fallaba ni una. Tantas veces lo intentaba, tantas veces acertaba.
Podía hacerlo, como suele decirse, “con los ojos cerrados”.
De hecho, normalmente lo hacía así, con una venda oscura tapándome los ojos.
Tenía cogida la distancia, la altura, el ángulo de vuelo, la potencia de salida, contaba con la dirección y resistencia del aire…
¿Qué culpa tengo yo de que ese tío midiera diez centímetros más de lo previsto y la flecha le entrara por el ojo?
Con las manzanas no me pasaba.


Elías tiene un blog que se llama El juego de la taba, y que os invito a visitar, AQUÍ.  
Y sobre tiro con arco, publiqué hace tiempo una nota en el blog, Tiro con arco, que lo mismo os divierte. 
Los cromos, por cierto, son bien bonitos.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Le Corbusier y mi amigo Damián Flores

Cuento a menudo que siempre me han interesado los estudios de los pintores. Esos lugares mágicos, de luz algodonosa y olores casi nutritivos: a trementina y óleo, disolvente y papel. 
Tengo la secreta certeza de que la creación, ese paradigma de la fragilidad, de lo azaroso, está de alguna manera vinculada al entorno, a esa geografía de lo propicio de la que cada pintor se rodea, y donde se encuentra a gusto.
 
Así que visito en el estudio de Damián Flores, en Madrid, de techos altos, cruzados de fluorescentes, paredes blancas y el suelo gris con rastros de pintura: azul, granate, roja y esos otros colores para los que sólo tienen nombre los pintores: siena, prusia, gris Payne… Hay un sillón, un viejo caballete, una mesa con libros –veo a Claudio Rodríguez, a Pessoa, a José Ángel Valente-, lápices, tubos de acuarela, avellanas y nueces. 

Hay un sofá, también, un mueble para planos, tres estantes, un panel de herramientas, y un tablero, al fondo, algo inestable, cubierto de papeles y carpetas, restos de cinta de embalar, recortes. Y en medio, una columna donde veo, colgado de una escarpia, un cartón con dibujos. 

Porque tiene la costumbre, tal vez supersticiosa, Damián Flores de reproducir sus exposiciones en cartón: anota la forma y el tamaño de cada uno de los cuadros, el título a veces, y un bosquejo.


De modo que mirando los dibujos uno puede recorrer la exposición a escala: escaleras de caracol, cristales y ventanas, edificios, columnas, sombras, luces y cielos de tormenta. 
Hay algo luminoso en su pintura. Algo de esa realidad insuficiente, casi metafórica, al tiempo fidedigna y también de algún modo imaginada. Un mundo que es poderosamente real, y al tiempo una invención posible. Incluso preferible, o deseable.
 

Expone ahora Damián Flores en la galería Siboney, de Santander, Ruta Le Corbusier. Aquél pintor a ratos, amigo de Braque, de Juan Gris y Kahnweiler, gafas de pasta oscuras y el pelo engominado. Viajero infatigable, amante de la tecnología y la velocidad; de los aviones -aquellos de brillo deslumbrante, de acero remachado, como puntas de flecha-, los paquebotes y los automóviles. Y de las casas blancas: hormigón y pilotes y ventanas corridas. 

La exposición recorre gran parte de su mundo arquitectónico -la iglesia de Ronchamp, inspirada en el caparazón de un cangrejo; Villla Savoye, ese universo de cristal y columnas; la villa Stein... También él, retratado como personaje: ante su chaise long; fumando, con sombrero; observando una de sus maquetas o ante la Isla de los ratones –las manos perdidas en los bolsillos-, en mangas de camisa. 
Me pregunto por esa mujer, que aparece de espaldas, con el sombrero rojoy por ese otro cuadro delante del edificio Siboney, en Castelar, donde posa con García Mercadal. Me contó Damián que Mercadal viajó con Le Corbusier por España, lo acompaño a la Residencia de Estudiantes, en Madrid, y también en un viaje a Barcelona. El uno, bajito, sonriente, con sombrero. El otro, la frente despejada, impecable, siempre con pajarita, y las gafas torcidas.  

Damián Flores está exponiendo en la Galería Siboney, en Santander, y éste es el texto que publiqué el otro día en el suplemento Sotileza, de El Diario Montañés.
Las imágenes son todas de la exposición, que puede verse completa  AQUÍ
Damián Flores tiene también una preciosa página web, AQUÍ.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Librero en Tipos Infames

El próximo lunes día 7, a partir de las siete de la tarde, voy a hacer de librero por un día en la librería Tipos Infames, de Madrid.
Me encantará veros, si podéis acercaros, tomar una cerveza y hablar un rato de libros. Y, si os dejáis, venderos también alguno. Es lo que tiene ser librero, aunque únicamente sea por un día.
Me ha encantado el cartel.
La librería Tipos Infames está en el número 3 de la calle San Joaquín. A dos manzanas del metro de Tribunal.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Retrato con paraguas

Hace un par de años conocí en Zaragoza a Vicente Almazán, esupendo fotógrafo y hombre de infinitos saberes y amplias curiosidades, entre las que se cuenta últimamente la construcción de instrumentos musicales.

Acababa yo entonces de presentar un libro y me hizo esta fotografía en blanco y negro en la que aparezco flanqueado por media Julia, y medio Pepito, libreros y sobre todo amigos de la librería Antígona. 

Me encantó la foto y quedamos en que, cuando volviera a Zaragoza, le avisara con tiempo para hacerme un retrato.
Así que el otro día, cuando me invitó a su programa, Borradores, Antón Castro -un honor-  llamé a Vicente, y quedamos en el estudio de Jorge Gay.

Jorge Gay en su estudio

Jorge Gay fue el autor, en esta última edición, del cartel de la Feria del libro de Madrid, y siempre me han gustado sus imágenes sugerentes y decididamente evocadoras y llenas de una sutil poética.
Así que me encantó conocerle y ver su estudio remotamente blanco -el suelo, las paredes con restos de pintura- lleno de libros, mesas, estantes, botes, papeles, un sofá y un par de sillas junto a un ventanal abierto a un pequeño jardín con algo de frondoso.

Vicente Almazán 


Y por allí anduvimos con las fotos, eligiendo lugares y sonrisas, en el día en que ha habido menos luz en Zaragoza -gris plomizo, llovizna- desde antes del verano.

Jorge Gay, Almazán y Ángel Artal

Una mañana definitivamente inolvidable. Y unas fotos de Vicente Almazán a la altura de su propia leyenda, como ésta con un paraguas, un poco japonesa, que acaba de mandarme.


Foto: Vicente Almazán

También es suya esta otra de más abajo, con Antón Castro. A la derecha, Antón y Vicente un minuto después.




Vicente Almazán tiene un blog de fotografía que se llama Mis adarmes.