viernes, 25 de febrero de 2011

Fotografías de escritores

Luis Landero
Sacaré este próximo otoño, en Siruela, un libro que se titulará Donde se guardan los libros.
Un recorrido por bibliotecas de conocidos escritores -Vargas Llosa, Clara Sánchez, Vila-Matas, Gamoneda, Pérez Reverte, Clara Janés, Martín Garzo, entre otros, hasta un total de veinte-, que hablan de sus lecturas y autores, y su relación con los libros.

Fernando Savater
Y ha sido un privilegio inesperado visitar sus casas, estos meses de atrás, hablar de libros y ver sus bibliotecas: sus estantes llenos de libros cruzados, figuritas y fotos y pequeños ex votos, también en cierta medida autobiográficos.
Hacía tiempo que no hacía fotos, y ha sido una sorpresa, también, ese reencuentro con la luz y el retrato.


Soledad Puértolas






Clara Janés










Juan Eduardo Zúñiga

Descubro en todos ellos, de repente, la búsqueda (o el hallazgo) de una actitud ensimismada. Esa observación curiosa y persistente que exige el oficio. Contemplar, y mirar.
 Si es cierto, como dicen alguos, que se fotografía en los demás aquello que buscamos de nosotros, no sabría cómo intrerpretar esas miradas, esquivas, casi siempre, enigmáticas y llenas de preguntas, y también de una serenidad incierta y definitivamente contagiosa. 



Jesús Ferrero



Javier Marías

domingo, 13 de febrero de 2011

Posar



Necesitaba unas fotos para la solapa de mi nuevo libro, y pensé en
que tal vez aceptara hacerlas la fotógrafa y artista plástica Karina Beltrán, a la derecha, en un autorretrato que he sacado de su perfil en Facebook.
Siempre me han gustado sus imágenenes, luminosas y sugerentes,  también provocadoras y poéticas, y me divirtió la idea de posar para ella, casi sin conocernos.
Así que quedamos en la cafetería del Círculo de Bellas Artes, y anduvimos un rato hasta el estudio que comparte con otros artistas, con las paredes llenas de rastros de pintura.
Es raro posar, así de entrada.
O, al menos, es raro para mí. Y tengo la impresión de haber mostrado una resitencia reiterada, pudorosa, de brazos cruzados y manos en los bolsillos, rutinaria, durante gran parte de la sesión.

No sé cuántas fotos hicimos -muchas-, pero sí hubo un momento en que empecé a sentirme a gusto, tal vez secretamente confiado. Y ahí debe radicar el misterio.
No estoy nada convencido de que sea bueno posando, si acaso todo lo contrario. Pero me encantó seguir sus instrucciones, y descubrir en sus retratos gestos, sombras, miradas que no recuerdo haber visto nunca en otras fotos.


Hay en cada una de ellas rasgos extrañamente familiares, reconocibles, y al tiempo llamativamente ajenos, inéditos y por tanto inquietantes. Debe ser esa la manera en que los demás te ven.
 
Me encantó la experiencia. Y las fotos son definitivamente alguna de las mejores que me han hecho.Me gusta de todas ellas el color y la atmósfera, algo intrigante. 
Para la solapa del libro tal vez acabe eligiendo esta de abajo. Me atrajo desde el principio la mancha multicolor, detrás, que contrasta con el blanco, a la izquierda. Y ese gesto tranquilo y extrañamente lleno de preguntas.

domingo, 6 de febrero de 2011

Tiro con arco

Llevo algo más de un año tirando con arco. Voy, cada sábado, a unas instalaciones de la Federacion en la Plaza Elíptica, y dedico la mañana a tirar -unas veces con más éxito que otras- a distintas distancias.
El tiro con arco es, entre las cosas que hago, la que mayor curiosidad despierta con diferencia.
Me suelen preguntar por el arco, las flechas, la manera de empezar... Y me divierte pensar que, hace apenas un año, yo mismo habría formulado las mismas o parecidas preguntas.

Vamos por partes. Lo normal -y lo aconsejable- es empezar con un curso de iniciación. Hay muchos clubes que los imparten, y las distintas federaciones territoriales también los organizan.
Después, hay que comprarse un arco (conviene). El cuerpo, las palas, un carcaj y, al menos, media docena de flechas.

Las flechas, por cierto, se cortan a medida, dependiendo de la envergadura del tirador. Y cada arquero elige el color de las plumas. Las mías son naranjas.

Después, según se avanza en la técnica, se van añadiendo otros elementos: el visor, el estabilizador frontal, los laterales, el clicker que señala el momento en el que hay que soltar la flecha, el boton de presión...
Hasta que acabas pareciendo un sputnik.


Se tira a distintas distancias: 18, 30, 50, 70 y 90 metros y para cada una de ellas se ajusta el visor a una altura diferente.

Lo habtual es empezar tirando a distancias cortas e ir tirando cada vez más lejos, según se va adquiriendo pericia.

Muchas veces me preguntan cómo es posible acertar a una diana situada a setenta metros, y, con franqueza, es algo que yo también a menudo me pregunto.

Ser capaz de mecanizar los movimientos ayuda, desde luego, a que las flechas vayan siempre al mismo sitio.
Así que gran parte del entrenamiento consiste en repetir los distintos pasos una y otra vez, corrigiendo errores: se abre el arco, se apoya la mano de cuerda en la barbilla, se tira hacia atrás del codo y el hombro derecho hasta que salta el cliker, y se suelta la flecha llevando la mano hacia el oído. Ya hablé de la posición del tiro en otro post.
Y luego te acercas a ver el resultado.
El arco, con sus accesorios

Aqui al lado, algunos de mis compañeros del club ARCUS: Victor, a la izquierda, y a continuación Pepe, Emilio y Ricardo.
Pepe, nuestro entrenador, tiene el número de licencia 003. Siempre bromeamos con el argumento de que la consiguió antes incluso que el mítico James Bond.