domingo, 24 de junio de 2012

Firmas y libros

Tengo pendiente desde hace días subir as fotos que he ido haciendo, este año, en la Feria del libro. Pero he estado agitado y perezoso, casi a partes iguales. 
Estuve, por ejemplo, con Enrique Vila-Matas, que me firmó Aire de Dylan con una de sus inconfundibles siluetas de sombrero y gabardina. Para Marchamalo!, dice escuetamente la dedicacatoria.Me encantó su Dietario voluble, y ahora esta historia de Dylan y el fracaso.


También coincidí con Javier Marías, fumando. Firmó ejemplares, muchos, de Los enamoramientos, su última novela, y de muchas de las anteriores: Corazón tan blanco, Negra espalda del tiempo, Mañana en la batalla piensa en mí... 
Llevaba en la solapa un broche con el rostro de Shakespeare, y le sorprendió que le reconociera. De sus libros, me encantó aquel de Siruela, Vidas escritas, y ése otro, La vida del fantasma.


  


En otro de mis paseos por la feria me crucé con Fernando Royuela, a la derecha, y Javier Pérez Andújar, posando como dos conspiradores.
Del primero acabo de leer Cuando Lázaro anduvo, una reflexión ácida y lúcida sobre esta sociedad desquiciada en la que vivimos.
Y de Pérez Andújar leí, no hace mucho, Paseos con mi madre, uno de los libros que más me han recomendado últimamente. Un retrato generacional lleno de guiños, recuerdos y emociones. Un libro estupendo.


Y estaba Montero Glez. Acaba de sacar  Huella Jonda del héroe, en Imagine, Premio Llanes de viajes, 2012. 

A Montero, le presenté en Madrid su libro anterior, Pistola y cuchillo, dedicado a Camarón.
Y me encantó su Pólvora Mojada, la historia de Mateo Morral y sus bombas Orsini.
Támbien me gustan sus sombreros, y sus pañuelos, tan dandis, al cuello, un poco como los que llevaban los pistoleros en las películas del oeste.



Y nunca me pierdo una visita a mi amigo Juan Carlos Mestre, Viajamos juntos a Arenas, hace dos o tres años, y fue un descubrimiento.
Leí, fascinado, su Casa roja, por el que recibió el Premio Nacional de Poesía, y este año me dedicó su fantástico La bicileta del panadero, ambos en Calambur.
Las dedicatorias de Mestre son siempre excepcionales. Una fiesta de caballos, instrumentos musicales, retratos y colores. Un alarde de generosidad e inspiración. Una auténtica fortuna, como se ve. ¡Qué suerte!



domingo, 3 de junio de 2012

Firmar en la Feria

Hace años que voy a la Feria del libro, en el Paseo de coches del Retiro.  Ese paraíso de bicicletas y patinadores que, durante tres semanas, conquistan los lectores.
Me gusta pasear, perderme en las casetas, ver libros, encontrarme con gente...

Y coincidir con Mestre, el poeta, que siempre firma alguna de las dedicatorias más bonitas y coloristas de la Feria.





Me contaron, por cierto, que entre las firmas más solcitadas estaban las de Eduardo Galeano, Mendoza, Almudena Grandes, Javier Marías y, sorpresa, la del televisivo Mario Vaquerizo, asediado  por un ejército de fans en las casetas de visitaba.


Debo confesar que apenas le he visto un par de veces en la tele, de pasada y desantento, y que tampoco sé nada de su libro, así que no puedo decir mucho más.

Me gustó, eso sí, encontrarme con Enrique Vila-Matas, que firmaba, entre otros, su último Aire de Dylan, y que dibuja en las dedicatorias una silueta -sombrero apenas esbozado y gabardina- que podría perfectamente ser él mismo.




Por cierto, que el propio Vila-Matas salió en una de mis fotos sonriendo, lo que no deja de ser meritorio, en cierto modo.



También yo he ido a firmar, un par de veces, y debo reconocer que es un extraño, singular privilegio, encontarse con los lectores y firmarles su libro, con la tinta turquesa.

Un placer. Gracias, de nuevo, a todos.