viernes, 26 de octubre de 2012

La libreta de Manuel Rivas

El otro día estuve con Manuel Rivas. Presentaba su último libro, Las voces bajas (Alfaguara) y grabé con él para La estación azul.
Un precioso libro dedicado a la memoria, los recuerdos, las ensoñaciones, y de lleno humor, poesía e imágenes deslumbrantes: la del niño que, en la escuela, tiene que sentarse sobre una maleta; la visión perturbadora de una peluquería fememenina, vacía, de noche; o la del hombre de la Diputación que asfalta un camino vestido de astronauta.

No conocía a Rivas más que de leer sus libros -recuerdo Qué me quieres amor, y su involvidable El lápiz de carpintero-, y me gustó su manera, pausada, de hablar, y el cuidado con que buscaba las palabras, que parecía elegir con el mimo con el que se escoge la fruta.

Me gustó también la libreta que llevaba con él, dentro de una maleta de fuelle, de aquellas de cuero algo escolares, llena de libros, carpetas y papeles. Le pregunté si me dejaría fotografiar alguna de las páginas, muchas con dibujos, recortes y anotaciones en distintos colores, y me dijo que sí.


Son éstas de aquí abajo. Tan misteriosas. Tan sugerentes. Tan ligeramente -es culpa mía esta vez- desenfocadas.



sábado, 20 de octubre de 2012

Diario de lecturas (con fotos)

Me gusta hacer fotos de escritores a quienes entrevisto. Así que desde hace tiempo, voy siempre con la cámara a las grabaciones y busco un hueco para las fotografías: una especie de diario de lecturas, con fotos, de aquellos escritores a los que he ido visitando ultimamente.

Nicole Krauss, por ejemplo, con quien hablé, hace un par de semanas, de su deslumbrante La gran casa (Salamandra), una histora que trata de la memoria, los recuerdos, y de los objetos y cómo, de alguna manera, éstos hablan de nosotros.
La foto está hecha en la cafetería del hotel donde se había citado con los medios, y me gustó su manera de posar: fresca, divertida y sonriente. Me habló de alguno de sus escritores favoritos, Brodsky, entre ellos, y su Marca de agua. 


También estuve, hace poco, con mi amigo Luis Mateo Díez que en la foto posa al lado de otro de mis escritores favoritos, Manuel Longares.
Mateo acaba de publicar La cabeza en llamas (Galaxia Gutemberg), un estupendo libro que ha decidido regalarse -y regalarnos- por su setenta cumpleaños.

Cuatro historias de personajes, atmósferas, y ese secreto siempre presente, inexpresado, perturbador al que nos asomamos los lectores, como quien entreabre la rendija de una puerta.
La foto está hecha ante una fachada del barrio de Retiro, en Madrid.


José María Merino, estuve el otro día en su casa hablando de la antología de Antonio Pereira, Todos los cuentos, que acaba de publicar Siruela, con un precioso prólogo, no prólogo, de Antonio Gamoneda.

Le pregunté que cómo era posible que Pereira, fallecido en 2009, nos hubiera pasado inadvertido durante tanto tiempo, y me habló de ese olvido inexplicable, injusto, que persigue a alguno de nuestros mejores autores.

Un libro precioso, sorprendente, lleno de humor e historias inolvidables, y de lectura obligada para los que saben quien es Pereira y, sobre todo, para los que, como yo, no habíamos leído nada de él.


Y este viernes pasado tuve la fortuna irrepetible de conocer, y saludar, a Tomas Tranströmer. Una invitación de la Embajada de Suecia a un emotivo encuentro con el poeta sueco, Nobel de literatura 2011, y de quien Nórdica ha publicado en españa El cielo a medio hacer y El árbol y la nube.

Tranströmer sufrió una grave hemiplegia que le paralizó la parte derecha del cuerpo, y que le impide hablar, pero no escribir, ni tocar el piano.
A través de su esposa, Mónica, contó lo que había supuesto, de alteración en su vida, recibir el Nobel; de su poesía y la importancia de la música en ella (toca el piano a diario, con la mano izquierda, a veces obras compuestas especialmente para él), y la emoción que le había supuesto el homenaje, la tarde anterior, que le brindaron en el Círculo de Bellas Artes.

Allí, un grupo de poetas - José Manuel Caballero Bonald,  Jordi Doce, Esther Ramón, Carlos Pardo y Juan Marqués- recitaron sus versos en español. En la recepción de la embajada, posaba al día siguiente con alguno de ellos. Un encuentro, comenzaba diciendo, inolvidable. 







domingo, 7 de octubre de 2012

El cuestionario Proust

Me envían de la librería Molist, de Coruña, un cuestionario Proust. Una veintena de preguntas que exigen respuestas escuetas y chispeantes, y que siempre han sido para mí una sutil tortura.
Hago aquí un avance con alguna de ellas. El cuestionario completo se publicará, próximamente, en el blog de la librería.

¿Qué es para ti un libro?
Depende de qué libro. Los hay que son unas vacaciones, un viaje, una gripe, un fin de semana en casa, un deslumbramiento...
Cuando abres la puerta y entras en una librería...
Siento que ahí están todos: Crusoe y Capote, Woolf y Baroja, Borges y Ana Karenina, y el exquisito Proust... Y que en eso radica la magia y la fortuna de leer.
¿Qué libro estás leyendo?
Siempre ando con varios, pero hoy estoy con Trapiello y su Ayer no más. He empezado anoche y voy por la mitad.


¿Te acuerdas del primer libro que leíste?
No, pero sí recuerdo unos libros de Bruguera, mitad texto, mitad historieta, que durante años fueron mis regalos de Reyes, cumpleaños y santos: Dumas, Stevenson, Salgari...

Dinos cuál es tu escritor favorito
Tengo varios. Y es una lista, además, que se incrementa de vez en cuando. Me encanta encontrar un escritor que no conocía, y enamorarme.
¿Y tu personaje literario favorito?
No sé por qué me estoy acordando de aquel tipo impresentable, grasiento, maleducado, Ignatius Reilly, el delirante protagonista de La conjura de los necios.

¿Con qué personaje literario te sientes indentificado?
Sobre todo, espero no parecerme nunca a Ignatius Reilly.
¿A qué escritor/a te gustaría conocer en persona?
Tal vez a Philip Roth. Sería una velada inolvidable: yo, que no hablo apenas inglés, y él, que nunca se ríe.


¿Papel o libro electrónico?
Si hay que elegir uno y no otro, papel. A ser posible papel agradable al tacto, no demasiado blanco, con márgenes amplios, letra legible, bien encuadernado. 
¿Has leído más de cinco títulos de un mismo autor/a? De quién.
Así de memoria, Monterroso, Cortázar, Auster, Zúñiga, Aub, Kapucinski, Vila-Matas, Vargas Llosa, Sergio Pitol... Y de Echenoz e Ibargüengoitia creo que he leído tres o cuatro, espero pronto poder sumarlos a la lista.


¿De qué palabas o frases abusas a la hora de escribir?
Pongo muchas comas, por, lo, visto.
¿Qué talento, aparte del literario, te gustaría tener?
Ya es mucho suponerme un talento literario, pero tal vez elegiría la música. Me habría encantado ser trompetista de jazz, como Vian.

¿Qué libro no has sido capaz de terminar de leer?
Tengo varios. Pero mi fracaso más sonado, y reiterado, ha sido con Lezama y Paradiso.
¿Cómo dedicas tus libros?
Dibujo sombreros.
¿Cuál es tu lema o frase favorita con la que te identificas?
Me gusta mucho ésa de la baronesa Blixen: "La cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas, el mar".