Ayer pasé la mañana en León, con Antonio Gamoneda, hablando de sus libros, y de cómo los ordena. Y me contó de su biblioteca dividida en tres partes.
Una en el sótano, donde los libros permanecen en cajas, desordenados, hasta que decide qué hacer con ellos; llevarlos a las estanterías de la primera planta, cerca de donde trabaja, o subirlos al "infierno", como él lo llama.
El único -me cuenta- que en contra de lo que ocurre con todos los infiernos está en lo alto, en el desván de suelo de madera y claraboya.
Pero incluso ahí, como los dioses misecicordiosos, sube de vez en cuando Gamoneda, para revisar las cajas, repasarlas, y ver a cuál de aquellos libros condenados puede, de nuevo, bajar al sótano para estudiar un indulto.
Así que hay un trajín, siempre, de cajas, que suben y bajan, y torres de libros que, en su camino hacia arriba, al infierno, o hacia abajo, camino al purgatorio, se encuentran en algún descansillo, desconocedores, todos ellos, de la suerte que al final los espera.
Y me habló, con nostalgia, de una vieja colección de Dick Turpin que leyó de pequeño, y que no ha vuelto a encontrar en los estantes; y de ese poemario que publicó su padre en 1919, Otra más alta vida -el único libro que hubo en su casa durante tiempo- en el que aprendió a leer, y al tiempo, y casi sin querer, la poesía.
Hubo un tiempo -escribió- en que mis únicas pasiones eran la pobreza
y la lluvia.
Me encantó conocerle. Ver sus libros. Charlar.
4 comentarios:
Me encanta la ambigüedad del titular de la entrada, propiciada por la ambivalencia morfológica de la palabra "mañana", debatiéndose entre el sustantivo y el adverbio. Así, el pasado y el futuro son "mañana". Y tratándose de Gamoneda, la paradoja del tiempo se disuelve en su poesía de la tierra y del frío.
Un abrazo, Jesús.
Gracias Miguel. No ha sido casualidad el título, pero me encanta la manera en que lo explicas.
Abrazo.
Qué casualidad. Llego hoy casualmente hasta tu blog y me encuentro con Gamoneda, mi paisano. Compartimos la pasión por los libros.
Un saludo.
Un saludo, Antonio.
Y disculpa el retraso imperdonable.
Acabo de encontrar tu mesnaje.
Gracias.
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