viernes, 20 de abril de 2012

Fotografías antiguas

Mi amigo Vicente tiene una tienda cerca del Rastro, La vidriera de Verona. Voy a verle allí, de vez en cuando, y echo un rato charlando de esto y aquello, y trasteando por ese mundo de cajitas de lata, puños de bastón, medallas, binoculares, objetos de escritorio, cuadernos de dibujo, antigüedades...
Siempre me llaman la atención las fotos familiares. Tienen algo de mirada  indiscreta esos álbumes con fotografías de bautizos, bodas, viajes de gente a quien no conocemos.

No sé qué puede llevar a alguien a deshacerse de sus fotografías. Los rastros y encantes, las librerías de viejo están llenos de historias azarosas.


Me contaron hace tiempo que había quienes compraban fotos antiguas para certificar unos ancestros imaginarios: una tía aventurera, un abuelo potentado en América, un familar lejano militar de graduación condecorado, un héroe, una novia artista de cabaret...

Pensé que rayaba lo fantástico inventarse un pasado basado en fotografías de otros. Y hubo un tiempo en que pensé, incluso, en escribir un libro donde ideaba una historia a cada una de las fotos: la del chico que se cruzó en el camino del autobús de línea; la de la señora que bajó a comprar a la calle una botella de anís; la de los dos amigos que se fotografiaron un rato antes de irse a atracar un banco...


Me divirtió ésta del expedicionario en la sierra -mochila y salacot-, con algo de improvisado Edmund Hillary con un martillo casero en lugar del piolet, o ésta de abajo: dos chicas compartiendo confidencias. Me he fijado en los pendientes, minúsculos, de una de ellas,  la mirada y el gesto levemente sorprendido de la otra. ¿Quiénes serán? ¿De quién hablaban? ¿Donde?

2 comentarios:

Loli Pérez dijo...

Cada una de esas fotos sugiere una historia, un relato de lo que inspiran las miradas de sus personajes.
Yo tampoco entiendo como se pueden abandonar las fotos, imagino que la falta de espacio tiene algo que ver.

abrazos

Blog de Jesús Marchamalo dijo...

Completamente de acuerdo, Lola, con que cada foto tiene una historia.
Respecto a lo de abandonar las fotografías, yo soy bastante comprensivo.
Hay siempre tantos azares, tantos accidentes... Mira la entrada en la que hablo del libro de Vila-Matas.
Abrazo. Gracias.