El otro día me pidieron fotos en la editorial. Así que tuve que echar mano de mi hijo mayor, fotógrafo sobresaliente y colaborador que, eso sí, suele sacarme siempre cara de padre.
Y nada. Ahí anduvimos un rato por el barrio, poniendo caras, y buscando fondos.
Al final, nos gustó a los dos esta foto de la izquierda, con la mano en la mejilla y mirada de estar tramando algo. Y esa otra, sonriente, abajo a la izquierda, delante de la puerta, azul celeste, de un taller de motos.
Esta mañana las he enviado para que eligieran, y se han decidio por ésta. También con fondo azul, sonriente, con el pañuelo al cuello y, eso sí, mirando donde no es.
2 comentarios:
Si hubiera tenido que elegir, yo me hubiera quedado con la que miras de frente, posiblemente por eso, porque la cara no queda tapada y la mirada se dirige adelante. Hablas con claridad, saboreas, no te escondes. En la elegida, como tú dices, algo sesgada, ha prevalecido la tentación del eclipse. Pero no creo que seas alguien en quien el artificio o el enfoque indirecto predomine.
La tentación del eclipse.
Qué bonita frase, Carlos, gracias.
Saludos
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