Escribo sobre Baroja. Aquel escritor prodigioso y friolento,que andaba siempre en casa con abrigo -a menudo con las solapas subidas-, boina, un pañuelo de seda y zapatillas felpa que sujetaba con un hilo de bramante.
Una vez, su sobrino Julio Caro, le regaló uno de sus abrigos que iba a retirar. Y Baroja, a quien quedaba largo, lo cortó con unas tijeras.
Al hacerlo cortó también los bolsillos sin darse cuenta, y así todo lo que metía en su interior se le caía, para su pasmo, por la casa: el tabaco rubio, las gafas de pasta, la pluma Parker, y también las castañas de la suerte, que recogía hacendoso en el Retiro.
3 comentarios:
me encanta este tipo de anecdotario cotidiano de los escritores, por eso me encantan tus libros jesús, un beso
Gracias.
Otro beso para ti.
Los detalles y las anécdotas hacen que sintamos más cercanos y humanos a estos grandes, Jesús.
Es un gustazo leerte.
abrazos
L;)
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