sábado, 26 de marzo de 2011

Me acuerdo de Elías Moro

Elías Moro Cuéllar
Mi amigo Elías Moro. Me escribió el otro día anunciándome que hoy, sábado, leería sus poemas en la biblioteca Torrente Ballester, en Salamanca, y que se fumaría un cigarro a mi salud.
Coincidimos en Mérida, hace cuatro o cinco años, y desde entonces intercambiamos cartas y tesoros impresos, amistades y afectos comunes.

Hace tiempo, publicó un libro, Me acuerdo (Calambur, 2009), lleno de imágenes prodigiosas y sugerentes. Una memoria generacional, repleta de recuerdos compartidos, vibrantes. 


"Me acuerdo de las cajas de zapatos donde guardaba los gusanos de seda y su milagrosa metamorfosis.
Me acuerdo de las tapas del tambor Colón y cómo jugábamos con ellas haciéndolas volar.
Me acuerdo de una tía abuela que en los primeros años de la TV, con la vista fija en la pantalla, murmuraba para sí, como entre dientes: `¿Y nos verán ellos a nosotros?´."

En el mismo correo me enviaba esta foto de su biblioteca: libros cruzados, una linterna de petaca y unos prismáticos que compró de contrabando, hace casi treinta años, a un marinero ruso que, en Ferrol, vendía tabaco, radios, condones...


También me manda este poema, que se titula Biblioteca.


         philip roth me contó una vez el secreto de la muerte de su padre,
         jorge manrique me contó una vez el secreto de la muerte de su padre,
         raymond carver me contó una vez el secreto de la muerte de su padre

         llovía en parís un aguacero cuando césar nos dejaba,
         la palabra quinqué se asoma a la sima de agua de guillermo,
         comí cebollas y moluscos con el glotón de neruda,
         una infame turba entona cantos marineros en la pampa

         empuñando un sable bucanero, burt lancaster
         sigue burlándose de nosotros en la portada de un volumen,
         el mágico mestre habla con rafael acerca de los oficios del sueño,
         el rostro de lorca desaparece en cinco actos antes de que caiga el telón,
         robinson crusoe interroga a calvino acerca de la autoridad y los desastres,
         el exilio de hikmet sería otro poema de spoon river

         cuando faulkner pasea a caballo matándose lentamente con el whisky,
         los pájaros de marianne envejecen de tedio en las antillas de walcott,
         cien haikus le desvelan a kafka el secreto de los cerezos,
         y en los hospitales de ultramar un viejo gaviero,
         el que amó a ilona bajo la lluvia,
         desgrana monótono sus recuerdos de amor y de guerra

         mientras arden las pérdidas en otra patria,
         por una extraña paradoja, con frío de vivir,
         vidas minúsculas a salto de mata, animales
         melancólicos caminan hacia el lugar de la derrota,
         la memoria de la nieve avanza por la línea del horizonte

         como una antigua cometa en las manos de los muchachos,
         bajo el oscuro secreto de las cartas consulares,
         el libro de los venenos sobrevuela las poéticas

         siquiera en este refugio, por una oculta razón,
         en todos ellos están impresas mis huellas dactilares,
         uno cualquiera se acuesta conmigo todas las noches de mi vida

         como un epitafio vivo y sereno
         tres rosas amarillas se posan en la tumba de chéjov

         los perros ladran

         lo demás es silencio


Un gran tipo, Elías. Tiene un blog que se llama El juego de la taba. Y un sombrero.

martes, 22 de marzo de 2011

Escritores en el Cervantes

El año pasado coordiné para el Instituto Cervantes una treintena de páginas web dedicadas a escritores en español.
En el proyecto participaron un grupo de colaboradores de lujo: Nuria Barrios, José Andrés Rojo, Andrés Ibáñez, Juan Bonilla, Rodrigo Fresán, Valentina Valverde, Jesús Ferrero, Fernando Savater, José Carlos Mainer, Juan Cruz, Javier Gomá, Carlos Marzal, Irene Gracia, Carmen Iglesias, Antonio Colinas, Menéndez Salmón, Estrella de Diego, Guelbenzu, Gustavo Martín Garzo...

Cada una de las páginas recoge una serie de artículos en los que escritores, críticos, gente del mundo de la unviersidad, se acerca a al escritor o su obra.

Ya han subido las primeras páginas y os invito a que las visitéis. Os dejo enlaces a las dedicadas a Miguel Hernández, Gonzalo Torrente y, a partir de esta misma semana, a la de Vicente Aleixandre.

viernes, 18 de marzo de 2011

Emilio González Sáinz

Emilio ante uno de sus cuadros
Siempre me han gustado sus paisajes, llenos de árboles y acantilados. Gaviotas, cielos nubosos, y ese mar plácido a veces, y otras hosco, cruzado de barcos con las velas desplegadas.
Un escenario de solitarios melancólicos: escaladores y paseantes  decimonónicos, de catalejo y levita, melena al viento, bontines y bastón. 

El jueves inauguró una exposición en la galería EGAM, de Madrid, titulada Nuevos Paisajes

Lagos y caminantes, tocones y pinares, casas con chimenea, y un azul con nombre y apellidos. Tal vez prusia o Windsor; verde oliva y Perylene, o el gris de Payne, que es el mismo color, exactamente, que el de los atardeceres en el norte.
La exposición puede visitarse hasta el día 16 de abril.


domingo, 13 de marzo de 2011

Cortázar lector

Preparo un libro para la editorial Fórcola que se titulará Cortázar y los libros. Así que llevo un par de semanas en la Biblioteca de la Fundación Juan March, donde están los libros de su biblioteca personal que su viuda, Aurora Bernárdez, donó a la fundación tras su muerte.

Algo más de cuatro mil ejemplares, que muestran al Cortázar lector: páginas profusamente anotadas, comentadas y llenas de cruces, subrayados, corchetes, y todo de tipo de señales con las que dialogaba con el autor.

"Ojo!", escribe a veces en los márgenes. "Ça!". "Bien!", o responde a alguna pregunta, o comentario, que se formula en el texto. 
Las anotaciones están escritas, indistintamente, el francés, inglés, o español, y con lápiz, bolígrafo -de varios colores- o rotulador.
Abajo se ve su edición de Poesías Completas, de Salinas, en la que anota que lee en un restaurante lleno de vampiros, "todos miran a los clientes como si les calcularan los glóbulos rojos", bromea.


También hay multitud de libros dedicados, por muchos de sus escritores amigos: Lezama Lima, Carlos Fuentes, Augusto Monterroso, Alejandra Pizarnik, Gabriel García Márquez, Onetti o -abajo- Neruda y Octavio Paz.



El otro día encontramos también flores secas prensadas entre las páginas de su ejemplar de Las flores de mal, de Baudelaire. Un libro muy apropiado, desde luego, para convertirlo en herbario.

 

Hace un par de años hice una  página para el Instituto Cervantes, dedicada a la biblioteca de Julio Cortázar, que puede verse aquí.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Cortázar y el miedo

Julio Cortázar. Contaba a menudo aquella vez, de niño, que se despertó sobresaltado. Lo había sacado del sueño, abruptamente, un sonido afilado. Extraño y desconocido.
LLoraba y su madre se acercó hasta su cama. "Es un gallo", le dijo. "No te asustés". Y el pequeño Cortázar -los ojos de un azul casi líquido- siguió llorando, desconsolado, porque no sabía lo que era un gallo, y el nombre le resultó mucho más amenazante que su canto.